En
nuestro cuarto proyecto: “Evaluación:
¿se puede medir el aprendizaje?”, realizamos la entrevista a
Noelia Alcaraz, pedagoga y profesora en la universidad de Cádiz. En
ella le realizamos una serie de cuestiones a las que nos fue
respondiendo y de las que destaco las ideas principales.
A
la pregunta de si la calificación y la evaluación atienden a los
niños por igual, Noelia nos contestó que la evaluación sí lo hace
pero la calificación no, ya que ésta no atiende al aprendizaje, sólo
sirve para clasificar y segregar a los alumnos y para castigar el
error. Nos comenta que al quitar la nota (calificación) consigue que
sus alumnas tengan valentía para arriesgarse. Cuando la calificación
no se elimina, estresamos a los niños puesto que sólo se centran en
poner lo que creen que el profesor quiere leer sin pensar en que lo
más importante es aprender. Por ello, Noelia nos cuenta que los
alumnos tienen que perder el miedo a equivocarse y que para ello,
ella propicia errores en su clase para así poder reconstruir,
reflexionar y mejorar.
La
siguiente cuestión era que si la calificación es negativa para que
usarla en la etapa obligatoria. A esto Noelia responde que la
calificación se utiliza para seleccionar al alumnado.
Vivimos
en una sociedad en la que hay desigualdades y a todos nos parece
injusto, este pensamiento cambia en la escuela ya que esas
desigualdades se convierten en diferencias “académicas”,
diferencias que las personas ven como justas puesto que cada uno
tiene lo que se merece ya que es lo que ha conseguido por sus propios
medios. Con la calificación, no sólo reproducimos las desigualdades
sino que las estamos justificando. Esto desemboca en la culpabilidad
que se le atribuye al alumno, si no aprende es culpa suya, si no
presta atención también, esto es lo que representa la calificación
y me parece el colmo, ¿a caso nadie se ha parado a pensar que no
toda la culpa la tienen ellos? ¿Qué tal vez la tengamos nosotros,
los docentes que les “enseñamos”? Cada niño tiene su modo de
aprendizaje, su ritmo, no todos son iguales, están compuestos de
sentimientos, no son máquinas a las que le pulsas un botón y se
desconectan, no son cabezas a las que tallar para que queden todas
iguales. Sus contextos tanto formales como informales influyen en
ellos y creo que eso deberíamos tenerlo en cuenta a la hora de
evaluarlos.
Tenemos
que calificar puesto que no todos pueden valer, cuantas veces hemos
visto a compañeros que se han quedado atrás por no superar los
“contenidos” necesarios, contenidos que hemos aprendido todos
los que hemos superado esa etapa, contenidos que si nos preguntaran
ahora por alguno de ellos, no seríamos capaces de responder puesto
que nos lo “aprendimos” a base de memorización, para ponerlos en
un examen y que a los dos días ya no lo recordaras. Otro motivo por
el que se usa la calificación es debido a que muchos docentes tienen
la ilusión de creer que pueden valorar, controlar o medir el
aprendizaje de sus alumnos, esto, claro está, es una ilusión, puesto
que el aprendizaje no se puede medir, es algo subjetivo, no se puede
cuantificar, lo mismo pasa con la amistad, el amor, la confianza....
no se pueden medir, lo que me lleva a preguntarme ¿Por qué seguimos
empeñados en intentar medir lo inmedible? Lo único que responde a
esta pregunta es el ansia por controlarlo todo, queremos controlar el
aprendizaje sin darnos cuenta de que no podemos. La calificación no
refleja lo que has aprendido, entendiendo que el aprendizaje no es
memorizar, sino modificar tus estructuras cognitivas produciendo una
transformación como persona.
Como
nos cuenta Noelia, la calificación resta creatividad, veracidad,
transparencia, naturalidad, espontaneidad, resta cualquier elemento
educativo en el proceso de aprendizaje, te quita toda posibilidad de
aprendizaje. Por ello, no tiene sentido que haya calificación en la
etapa obligatoria puesto que es un derecho y deber el acudir a la
escuela, la cual está para que aprendamos, algunos más ,otros
menos, pero a fin de cuentas, que todos aprendamos algo que nos sirva
en el futuro.
Con
respecto a la evaluación, nos cuenta que es algo normal, la
utilizamos diariamente y sin embargo apenas calificamos. Su
herramienta clave es la comunicación. Utilizamos la evaluación para
mejorar pero cuando entra en la escuela se artificializa y se
convierte en todo lo contrario.
Por
ello, nos comenta que el profesor es el que tiene el poder de cambiar
esto, para ello utiliza diferentes herramientas que favorezcan el
proceso de evaluación, algunas de ellas son el portafolios o la
rubrica.
Los
docentes somos los diseñadores de los contextos de aprendizaje y
cuanto más ricos sean estos mejor. Por ello nos dice que, en sus
clases, ella se centra en lo que verdaderamente merece la pena y por esto, hay que dedicarse a ello (la evaluación) y desplazar todo lo
que puedas a la calificación del proceso.
Al
hablar del portafolios nos comenta que es una herramienta más que
los docentes utilizan para evaluar, últimamente se ha puesto de
moda, moda que en la práctica se desvirtúa. El portafolios es un
método de evaluación o de calificación dependiendo de en que manos
caiga. Esto es aún peor puesto que si la utilizan como calificación,
tienen a mano todo el proceso que se ha llevado a cabo, cada paso que
ha dado el niño, sus inquietudes, reflexiones y demás, serán
capaces de poner nota a todo el proceso.
Da
igual la herramienta que se utilice, tenga el nombre que tenga, si la
utiliza un profesor que tiene las ideas muy claras sobre la
evaluación le dará un buen uso. Depende del profesor que las use y
de sus convicciones.
Para
finalizar, a la pregunta de como concienciar a los padres de que no
son necesarias las notas y de que estas notas no reflejan el
aprendizaje del niño, Noelia nos contesta que el docente es el
profesional y sabe lo que está haciendo y el porqué, es decir, lo
mismo que no desconfiamos de un abogado o un médico, ¿Por qué
desconfiar de un profesor?, cada uno es especializado en su campo y
sabe lo que se hace.
Además
añade que para convencer a los padres sólo nos hace falta que vean
como sus hijos están motivados por ir a la escuela y con interés
por aprender.
En
conclusión saco de esta entrevista que no es necesaria la
calificación en el ámbito educativo, al menos en la etapa
obligatoria, ya que perjudica los procesos de aprendizaje de nuestros
alumnos. Creo que deberíamos centrarnos más en la evaluación y
menos en la calificación puesto que al final lo que verdaderamente
nos va a ayudar a mejorar para un futuro es la evaluación.