domingo, 12 de mayo de 2013

Diarios de la calle / Evaluación


Película basada en hechos reales que cuenta la historia de una profesora que se enfrenta a un grupo de alumnos en clase procedentes de una sociedad con conflictos interraciales. Esto alumnos se han acomodado a esa forma de vivir, en donde son unos marginados que no se esfuerzan y están acostumbrados a que los profesores  desechen darles clase porque son muy problemáticos. Vemos como la profesora intenta cambiar la metodología varias veces intentando adaptarla a sus alumnos y a sus clases, actuando como guía, buscando como objetivo aumentar la autoconfianza y la autoestima de cada uno de ellos. Se involucra en los problemas de la vida cotidiana de sus alumnos, mostrando una implicación total que le provoca problemas personales.
Tras ver la película y analizarla por bloques, me he decidido a tratar el foco de interés sobre la evaluación.
Me sorprende bastante como la maestra propone el método de autoevaluación para los alumnos, ya que como ella misma dice “ no se puede puntuar la realidad” y ,por lo tanto, sus diarios personales no pueden ser calificados.
Un momento impactante de la película es cuando la profesora pregunta a un alumno cual sería su calificación con respecto al trabajo realizado durante el curso y este le contesta que se pondría un 0, en ese momento la profesora le dice que no va a suspender porque perjudicaría al grupo entero y le pide que se replantee su nota.
Creo que es el único momento de la película en donde realmente se aprecia la evaluación, en mi opinión, pienso que con la metodología que usa hace que los alumnos se despreocupen por la nota y se interesen en lo que verdaderamente importa, aprender. Gracias a la autoevaluación los alumnos son capaces de valorar su trabajo y esfuerzo, el problema es que si tienen un bajo autoconcepto, provocado por las expectativas de la escuela, el alumno se infravalorará y saldrá perjudicado.
Como bien dice L. Stenhouse “si se puede medir, no es educativo”, y si es educativo, al tratar de medirlo pierde su valor. Por lo tanto, no sirve de nada querer medir el aprendizaje de nuestros alumnos cuando es algo abstracto que no se puede medir. A veces, se nos olvida que tratamos con personas, con sujetos que piensan y sobre todo SIENTEN, no son máquinas con las que trabajar.
Creo que es necesario diferenciar entre la calificación y la evaluación, ya que cuando hablamos de evaluación algunas personas tienden a pensar que se refiere a calificar al alumno. La evaluación no es sólo calificar (cosa que no podemos evitar puesto que estamos obligados a hacerlo), es comprender todo lo que realiza el alumno, buscar en donde comete errores (no para juzgarlo y reprimirlo sino para ayudarlo) y, por último, ayudarlo a mejorar sus errores, porque el objetivo de la evaluación es mejorar la calidad de la escuela y, sobre todo, favorecer el desarrollo intelectual, social y moral del alumno.
Otro punto a destacar es que la calificación además de carecer de valor pedagógico, es algo subjetivo, prueba de ello es que en un experimento realizado en Francia, cogieron 3 respuestas al mismo examen de redacción francesa, que se sometieron a 76 correctores cuyo resultado fueron los siguientes:



De lo que obtengo como conclusión que si en Matemáticas, que es una ciencia exacta, como es posible que haya un 36% de margen de diferencia entre el aprobado y el suspenso y que para que se elimine esta diferencia es necesaria la intervención de 13 profesores. En conclusión saco que la calificación es muy subjetiva, porque ya no depende de si el alumno es de tu agrado o no, sino que cada docente tiene unas convicciones y piensa como más importante unos aspectos u otros del examen. Además de la subjetividad la calificación presenta un gran aliado, la clasificación. Esta se lleva a cabo en la escuela desde el inicio de la etapa obligatoria, en donde niños con 6 o 7 años comienzan a sufrir los efectos de esta clasificación.
Según Ángel Pérez: “al menos en la educación obligatoria las notas no deberían existir” y yo estoy en total acuerdo con él puesto que en la etapa obligatoria (sobre todo en secundaria) los niños van obligados a la escuela, carecen de toda motivación por aprender, y si encima que están obligados a permanecer en una silla sentados durante 6 horas diarias, viendo pasar a profesores, uno tras otro, soltando el discurso cada día, los tenemos que seleccionar en un ranking en el que sólo los que memorizan más, hacen como que escuchan en clase, llevan las actividades al día y son “políticamente correctos” en esta son los que ostentan los mejores puestos mientras que los “obligados a asistir” y que carecen de interés por la escuela son degradados hasta el fondo de este ranking en donde se les etiquetan de problemáticos y se les deja repitiendo cursos porque no han “aprendido” lo suficiente en ese año. Esto es un modo de socialización, de manera inconsciente por desgracia para nosotros, estamos siendo educados para encajar en una sociedad en donde la disciplina y la sumisión son los temas del día. Sociedad que tenemos el deber de cambiar por completo.

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